miércoles, 8 de agosto de 2012

Infancia en catódico blanco y negro

Una ventana a una época
   Juan Álvarez lleva mucho tiempo en esto de los tebeos, aunque sin duda su obra más conocida sean Los Mendrugos, trabajo que realizó para la revista satírica El Jueves. Ahora nos presenta 1968: un año de rombos, un relato simpático sobre su niñez y que a la vez es un retrato tragicómico de la infancia de los que vivimos aquella época, en la que la televisión no sólo era uno más de la familia, sino que en más de una ocasión ejercía de auténtico patriarca. Y de ventana a otros mundos.

   Juan Álvarez desgrana, a partir de diversas anécdotas, con tono humorístico e irónico, retazos de su niñez que a la vez son reflejo de una época en la que crecimos a la luz grisácea de las 365 líneas de un viejo televisor. La principal virtud del tebeo es que ni intenta ser una biografía metódica, ni melancólica, ni lanza alegatos ni intenta que nos posicionemos de una u otra parte. Es un relato de pequeños recuerdos hilvanados, sencillo y cotidiano, que pretende que miremos hacía atrás, nos reconozcamos y dibujemos una sonrisa. Y a fe mía que lo consigue.

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